NUESTRO FUNDADOR

SAN JERÓNIMO EMILIANI
FUNDADOR DE LOS PADRES SOMASCOS (1537)

Patrono de los huérfanos y de la juventud abandonada

San Jerónimo Emiliani nació en 1486, noble veneciano de familia distinguida. Elige la carrera de militar, quien llega a ser capitán y defensor de su patria. Lucha contra la Liga de Cambray; Austria , Francia, Alemania, etc. 

Llegando a ser prisionero por las fuerzas enemigas es liberado milagrosamente por la Santísima Virgen el 27 de Septiembre de 1511. 

Deja las armas en las que había puesto sus ideales y esperanzas, cambia su vida y se entrega a Cristo Crucificado, sirviendo a los más pobres, enfermos, anciano y particularmente los niños huérfanos que había dejado la guerra.

En Venecia, Verona, Vicencia, así como Milán y Pavía, abre sus primeros orfelinatos para acoger y educar cristianamente a las multitudes de niños y jóvenes. Les enseña artes y oficios, para que se ganen la vida honradamente. 

San Jerónimo Emiliani es el primero que elabora el catecismo de pregunta y respuesta. A las jóvenes que se dedicaban a una vida fácil, las lleva a una conversión en el amor de Dios, para una vida más digna. 

En su vocación entregada al servicio, San Jerónimo Emiliani atiende y cura a los enfermos, entierra a los muertos, trabaja con los campesinos y en el momento de descanso aprovecha para enseñarles las verdades de la fe. Obra increíbles milagros a favor de todos.

Él heroicamente entrega su vida a Cristo.

Hizo suyas aquellas palabras del Evangelio: «Dejad que los niños vengan a mí». Constantemente se le oía decir: «Quiero vivir y morir con ellos», refiriéndose a los pequeños.

Dedicaba largas horas a la oración nocturna frente a una cruz que él mismo había hecho y en la cual repetía siempre una frase: «Dulcísimo Jesús, no seas mi Juez, sino mi Salvador». Decía esto siempre porque recordaba su vida de pecado durante la juventud. 

Construyó con sus manos una escala de piedra para llegar al lugar donde se encontraba con Jesús Crucificado. Hoy se le conoce con el nombre de «Eremo» o lugar de oración de San Jerónimo.

Somasca fue testigo de grandes milagros como: cuando hace brotar agua de la roca árida, la multiplicación de los panes, con la señal de la cruz ahuyenta a los lobos… Etc. A sus amigos y seguidores les decía: 

«Que había que confiar solo en Dios, porque Él no defrauda»

Su muerte

La espiritualidad está basada en el trabajo, la oración y el amor. En esa época invade la epidemia o la peste. Él presiente la muerte y como último gesto de amor y humildad, lava los pies a los niños. 

Los pequeños lloran inconsolables y él dulcemente les dice: «Les seré más útil desde el cielo». 

El 8 de febrero de 1537 a la edad de 51 años muere, dejando un camino para aquellos que generosamente quieran seguir a Cristo. 

Tres años después de su muerte, en 1540, su congregación fue declarada Orden religiosa por el papa Pablo III y confirmada bajo la regla de san Agustín. 

Fue beatificado el 29 de septiembre de 1747 por Benedicto XIV y canonizado el 16 de julio de 1767 por Clemente XIII. 

Actualmente esta compañía se conoce como: Religiosos Somascos y Misioneras Somascas (rama femenina), quienes fueron fundadas por un Sacerdote Somasco.